«Semana de los Mártires» en El Toboso
Esta iniciativa
diocesana que destaca el testimonio de quienes dieron su vida en medio de la
persecución religiosa, sirvió de marco para presentar la vida del franciscano
toboseño y mártir P. Román Guillén.
EL TOBOSO / 15 NOV ■
InfoParroquia.- Del 5 al 8 de noviembre pasado la
Archidiócesis de Toledo celebró la «Semana de los Mártires», una iniciativa
diocesana con la que dejar constancia de la fe de los mártires del siglo XX y por
medio de la cual nos puede servir de fortaleza en nuestras vidas como cristianos
al contemplar la vida de quienes dieron su vida en medio de la persecución
religiosa. En medio este acontecimiento y aprovechando
la estancia en El Toboso del franciscano Fr. P. Marcos Rincón Cruz,
quien ha dirigido los ejercicios espirituales a las Hermanas Clarisas,
InfoParroquia EL TOBOSO entró en contacto con este religioso para que nos trazase
una semblanza del también franciscano Fr. P. Román Guillén Argudo,
toboseño y mártir en la contienda civil española de principios del siglo
pasado.
El Padre Marcos
(Almagro, 1938), que ha cursado los estudios de pedagogía y ejercido la docencia
es licenciado en Historia de la Iglesia. Además de su labor sacerdotal, actualmente
trabaja en la Causa de Beatificación de los mártires franciscanos de Castilla
de los años treinta del siglo XX. Sobre ellos ha escrito “Testigos de nuestra
fe” y “Mártires Franciscanos de Castilla (1936-1938)”, en donde recoge la vida y
destino martirial del franciscano toboseño que junto a otros compañeros,
algunos ya beatificados, son
para nosotros «unos ejemplos que muestran la grandeza de la vida cristiana
vivida hasta el testimonio de la sangre y que vale la pena dar la vida por unos
valores e ideales humanos y cristianos, cuyo eje y ejemplo supremo es
Jesucristo, el Mártir del Calvario, invocado por los mártires en el momento
supremos de su muerte gloriosa», afirma
el Padre Marcos.
Fr. P. ROMÁN GUILLÉN
El P. Román Guillén Argudo nació en el
Toboso (Toledo) el 20 de noviembre de 1900. Sus padres fueron Román y María de
los Ángeles. Vista su inclinación a la religión, el párroco le propuso que
entrase en alguna Orden. Ingresó en la escuela apostólica de los dominicos en
La Mejorada (Valladolid), pero tuvo que dejarla por motivos de salud. Una vez
sano, ingresó en el seminario menor franciscano de Belmonte (Cuenca) en 1915.
Tomó el hábito franciscano el 24 de julio de 1918 en el convento de Arenas de
San Pedro (Ávila). En el mismo hizo su profesión temporal el 25 de julio de
1919. Cursó la filosofía en el convento de Pastrana (Guadalajara) de 1919 a 1922, y la teología
en el de Consuegra (Toledo) de 1922
a 1926. Hizo su profesión solemne el 30 de julio de 1922
en Pastrana. Fue ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1926.
Sus condiscípulos le califican de tímido
e introvertido, con dificultades para comunicarse. Llevó con resignación
aceptable la tuberculosis que padeció durante los años de filosofía. De
estudiante y de sacerdote, era sencillo en el trato, aunque algo basto y brusco
en sus modales.
Ordenado sacerdote, fue destinado como profesor al seminario menor franciscano de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), donde enseñó de
Como profesor, se ganó el aprecio de sus
alumnos, que atestiguan de él que actuaba con competencia, laboriosidad y
claridad en sus explicaciones, con comedimiento en las reprensiones y sabiendo
estimular a los seminaristas al estudio y a la virtud con su palabra y su
ejemplo. Fueron diez años casi completos de actividad educativa con la energía
y entusiasmo de la juventud, entregados totalmente a los futuros franciscanos y
ministros de Dios. Aquella labor y entrega le habían llevado a superar la
timidez y dificultades de su juventud; el P. Guillén había encontrado su
centro.
En marzo de 1936 empezó a hacer de
capellán de las concepcionistas franciscanas
de Torrijos, pueblo cercano a La Puebla. En Torrijos le sorprendió la guerra
civil española. Llevado al Ayuntamiento el 24 de julio, fue puesto en libertad
por estar enfermo. El 26 de julio, al ser expulsadas de su convento las
religiosas, los miembros del Comité republicano local de defensa dejaron al P.
Román Guillén en casa de una familia. Allí permaneció solo bastantes días,
recibiendo la visita de una persona, que le daba noticias, y le veía preocupado
y aburrido, pero sereno, sin resentimiento contra nadie, y le encontraba
siempre rezando con el rosario y el breviario.
Otra familia, que vivía enfrente, le ofreció
acogerle en su casa, pero rehusó por no comprometerles. Un miembro de esa
familia, que da ese testimonio, lo califica de mártir de la caridad, además de
la fe, que murió por no poner en peligro la vida de aquéllos. De la casa donde
estaba le sacaron varios milicianos armados en la mañana del 14 de agosto de
1936 diciéndole: “Anda, que ya
vas a rezar el último rosario”, y
le llevaron a la iglesia parroquial convertida en cárcel. Al tomarle
declaración, confesó que era religioso franciscano. Fue insultado y amenazado.
En la iglesia estuvo confesando, animando a los demás presos y preparándose
para morir por Cristo. A mediodía, milicianos de la FAI y la CNT nombraron a
cinco seglares y luego dijeron: “¡El
maestro y el fraile que salgan!”. Se
los llevaron a los siete y los fusilaron en el kilómetro 14 de la carretera de
Toledo a Ávila, a 9 km .
de Torrijos, en el término de Rielves. Eran sobre las dos de la tarde del 14 de
agosto de 1936. Enterrado, de momento, con los otros seis en el lugar de su
inmolación, el 18 de noviembre fue trasladado con ellos al cementerio de
Torrijos y el 25 de febrero de 1942, al cementerio conventual de La Puebla de
Montalbán.
El P. Román Guillén está en proceso de
beatificación junto con otros 51 franciscanos que sufrieron el martirio durante
la guerra civil española de 1936-1939.
FUENTE:
RINCÓN CRUZ, M., Mártires Franciscanos de Castilla (1936-1938). Madrid, Edibesa, 2007
FOTO:
© http://www.persecucionreligiosa.es
001.-
Arsenio Muñoz: Mártires Franciscanos de Castilla
002.- Fotografía del P. Román Guillén