martes, 19 de noviembre de 2024

 Las monjas Clarisas se despiden de El Toboso.

Badajoz, Salamanca y Segovia, el nuevo destino para las monjas tras más de quinientos años de vida monástica en la Patria de Dulcinea.

EL TOBOSO / 19 NOV InfoParroquia.- El pasado domingo 17 de noviembre, la Parroquia “San Antonio Abad” de El Toboso (Toledo) vivió una jornada histórica, aunque marcadamente triste y desalentadora entre todos los fieles y habitantes de este pueblo. Con una misa de acción de gracias, celebrada en la iglesia del Convento de la Concepción y San Benito, la Parroquia despidió a las hermanas pobres de la Orden monástica de Santa Clara, «las clarisas».

Aunque una hora antes la iglesia conventual se llenó abarrotadamente de fieles, bienhechores y amigos del convento, la celebración de la eucaristía comenzó a las 17.00 horas de la tarde y estuvo presidida por el Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves. Era la primera vez que el Obispo diocesano visitaba tanto el convento como el pueblo desde que tomó posesión de la diócesis primada, el 29 de febrero de 2020. Pero su visita tuvo que acortarse, dado que tenía que marcharse muy rápido «para llegar al Seminario y presidir el rezo de vísperas debido a que en este domingo también celebramos la jornada mundial de los pobres y quiero bendecir una placa de la madre Teresa de Calcuta», anunció el Obispo.

Junto con el Arzobispo concelebraron en la Misa el pro-vicario general y vicario episcopal para la vida consagrada, D. Raúl Muelas; el vicario episcopal para la Mancha y párroco de Villacañas, D. Luis Lucendo, quien además tiene raíces toboseñas; el arcipreste y párroco de Quintanar de la Orden, D. Ángel Manuel Salazar; el párroco de El Toboso, y hasta ahora capellán de las Clarisas, D. Juan Miguel Romeralo Santiago; y los sacerdotes naturales de El Toboso D. Juan Antonio Collado, que está de párroco en Quero, y D. José Benito Gallego, perteneciente a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos.

Por parte de la orden franciscana también concelebraron el P. Fr. Miguel Álvarez, de la fraternidad de Alcázar de San Juan (Ciudad Real); los padres Fr. Amancio Pérez, Fr. Juan Pedro Ortega y Fr. Jose Luis Criado, de la fraternidad de Alcorcón (Madrid); y el P. Fr. José Méndez, religioso de la tercera orden regular en Quintanar de la Orden (Toledo).

Gratitud. Humildad. Confianza.

En su homilía, y tras una breve presentación, don Francisco exhortó a los presentes con estas tres ideas. Gratitud, «por los años que la comunidad de clarisas ha permanecido en El Toboso desde que se fundara, allá por el año 1515, primero como beaterio franciscano. Y esta gratitud se expresa en la cantidad de religiosas que han pasado por este monasterio y la ofrenda de su vida según el carisma de Francisco y Clara de Asís».

«Humildad, para aceptar la realidad de los acontecimientos que sin duda representan una pérdida para todos […] Pues es importante que haya vida religiosa en los pueblos y valorar a las monjas, no por lo que hacen puesto que otras personas lo pueden hacer, sino por lo que ellas son».

Finalmente, confianza. En este sentido, el Obispo citó varios versículos de la Biblia donde se expresa la confianza en Dios animando a todos los presentes a seguir confiando en los designios y voluntad que Él tiene […] pues «a estas hermanas nuestras no les decimos hoy un adiós definitivo, sino un hasta luego con la esperanza y la confianza de que vuelvan pronto a ocupar este monasterio de fraternidad y oración, lugar desde donde tanto bien hacen a todos».

La liturgia musical de la Misa estuvo a cargo del Coro Parroquial que interpretó sentidamente algunos cantos franciscanos; y al órgano el maestro D. Carlos María Labarta, de la escolanía del Valle de los Caídos (Madrid) y amigo de la comunidad de clarisas.

Paz y Bien.

Tras la bendición final del Obispo fue el turno de intervenciones para los agradecimientos. Sor María Isabel Zabala, de la comunidad de Clarisas de El Toboso, fue la primera en hablar. Junto a ella, el resto de sus hermanas Sor Blanca Lila, Sor María Dolores y Sor María Rosario, quienes estaban acompañadas de la Madre María Teresa Domínguez, Madre Ana María Theruvikkal y Madre Magdalena Hernández, las tres superioras de los conventos de Badajoz, El Zarzoso (Salamanca) y Rapariegos (Segovia) donde irán las monjas toboseñas a partir del próximo 30 de noviembre, día en el que se cerrará el convento.

Sor María Isabel comenzó con el saludo franciscano de Paz y Bien. Después continuó: «Queridos hermanos y hermanas del Toboso, a nosotras, vuestras hermanas clarisas, nos toca hoy despedirnos de este pueblo que hemos acompañado durante más de quinientos años, esta ha sido nuestra casa y vosotros, nuestra familia.

Aunque sabemos que nuestro Padre Dios nos ha dado a todos los hombres como familia y al mundo como casa, sin depender del lugar donde estemos, tantos años de convivencia entre vosotros compartiendo penas y alegrías, momentos felices y otros no tanto, ha hecho que el arraigo en este lugar y entre sus gentes ocupe en nuestros corazones un espacio singular.

Aunque humanamente nos duela separarnos de vosotros y dejar este convento, damos este paso con paz sabiendo que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que aman y que lo importante es hacer su voluntad.

La situación que estábamos viviendo en los últimos años ha sido muy precaria, entre otras cosas porque las hermanas mayores han ido marchando a la Casa del Padre y las nuevas vocaciones no llegaron. Es esto lo que nos lleva a tomar esta dura decisión, no sin antes, haber buscado otros medios, y haber luchado por mantener la presencia del carisma franciscano-clariano en este lugar.

Queremos agradecer, a todos, los presentes y los ausentes, todas las muestras de cariño que hemos recibido siempre de vosotros, vuestras atenciones, oraciones, generosidad, vuestro compartir la fe a través de las distintas celebraciones que hemos vivido juntos en esta capilla, la asistencia espiritual que nunca nos ha faltado, ni durante la COVID; tantos y tantos detalles y cuidados con nosotras que han hecho posible llegar a este momento con gratitud y esperanza.

Agradecemos también a la fraternidad de “Santa Ana” de Badajoz, a la fraternidad de la “InmaculadaConcepción” de Rapariegos (Segovia), y a las hermanas del monasterio “Nuestra Señora dePorta Coeli” en el Zarzoso (Salamanca), el abrirnos las puertas de sus monasterios y acogernos con tanta generosidad y cariño fraterno. Su saber estar entre nosotras con misericordia, paciencia y mucho amor, nos hacen más llevadero este tránsito.

No dejéis de orar por cada una de nosotras, pues, aunque damos este paso con la certeza que el Señor está con nosotras y nos acompaña en el camino y con la confianza de que nada nos ha de faltar, somos conscientes que empezar de nuevo no es nada fácil.

Por nuestra, parte podéis estar seguros que os seguiremos acompañando con nuestra oración de intercesión, nuestra misión como religiosas contemplativas nos lleva a “hacer nuestros los gozos y los sufrimientos de los hombres de nuestros días, a sostener, como dice nuestra madre Santa Clara, los miembros vacilantes de la Iglesia”, y ahí estáis cada uno de vosotros. No lo dudéis.

De nuevo, gracias, muchas gracias. Gracias por saber estar ahí, junto a nosotras, a lo largo de estos más de quinientos años de presencia consagrada contemplativa.

Que María nuestra Madre, nos acompañe a todos en nuestro caminar hacia la Tierra Prometida. Hasta siempre».

Espontáneamente, un resonante aplauso acompañó a estas sentidas palabras que provocaron el llano de todos los presentes en la pequeña iglesia conventual. Y el Obispo obsequió a las hermanas con algunos de sus libros. Acto seguido, tomaron la palabra la responsable de la Tercera Orden Seglar en El Toboso, doña Antonia Cano que, muy emocionada, se despidió con un «¡os echaremos de menos!», y Margarita María Rosa Gómez, quien compuso unos versos para este momento de despedida.

«Nosotros confiaremos».

La última intervención fue de la Alcaldesa de El Toboso, doña Pilar Arinero Gómez, quien tras saludar al Arzobispo, sacerdotes concelebrantes, religiosas clarisas, coro y vecinos allí reunidos, comenzó sus palabras diciendo: «No sabía si sería oportuno tomar hoy la palabra, pero en parte lo veía necesario. Bien es cierto que lo que puedo decir es sabido por las hermanas y por todos los que hoy estamos aquí.

He de manifestar, en mi nombre y en nombre de todo el pueblo al que represento, el profundo cariño que les tenemos y el agradecimiento por toda la labor religiosa que han desarrollado desde hace más de 500 años.

Con su labor callada y con sus oraciones, nos han mantenido como pueblo y nos han permitido estar un poco más cerca del Señor.

Esta comunidad, y no me refiero solo a la edificación, sino a la parte humana; me refiero a estas religiosas que han pasado por aquí durante todos los años de su existencia. A las primeras fundadoras. A las que se encargaron de su reconstrucción después de la guerra civil, que se mantuvieron firmes en la fe a pesar de los episodios tristes y violentos de nuestra historia. Y a estas últimas que con tristeza hoy se despiden, pero a la vez con resignación y con alegría de cumplir la misión encomendada.

Esta Comunidad, como decía, ha sido un pilar fuerte y un ejemplo de perseverancia y vocación y fe para todos. Han sido a veces también esa palabra reconfortante, especialmente de la madre Sor María Dolores, como es en mi caso, que te empujaba en momentos difíciles.

Han sido una institución para este pueblo y también para todos los de alrededor. A la misa de abajo, como también era conocida, acudía gente de todo el pueblo, no solo los vecinos más cercanos. Además de numerosas personas de Miguel Esteban, Quintanar, y de otros pueblos.

Sus pelusas y demás dulces han sido un referente también y un recurso turístico que hacía que muchas personas, a la vuelta a su lugar de origen, guardasen ese recuerdo dulce y santo de su visita a El Toboso.

El que esta Comunidad de Hermanas Clarisas o “Franciscanas”, como aquí también las hemos llamado, se cierre, supone una amputación en el cuerpo que forma El Toboso y como tal la hemos sentido todos los vecinos de este pequeño pueblo.

Debemos comprender que, dentro de la Iglesia, como en cualquier otro organismo, hay un protocolo y unas normas básicas de funcionamiento, que desde fuera a veces no se entienden. A eso se suma la falta de vocaciones religiosas y más aún de clausura.

Para nosotros va a suponer una gran pérdida. Las hermanas son conocedoras de nuestra pena y descontento, y entendemos que el Sr. Arzobispo también lo entenderá. Pero, si no ha habido otra posibilidad para mantener el convento abierto, lo aceptamos sin más, con humildad.

La hermana más mayor me decía el otro día, que “ellas han sido muy felices aquí, se han sentido queridas y comprendidas por todo el pueblo, que hasta el último momento les está dando muestras de cariño”. Llegó con 16 años y se marcha a otro convento, en Segovia, con 97 años, junto con la hermana Sor María Dolores, superiora durante los últimos años. Pero saben que tienen que cumplir la misión que Dios ha dispuesto para ellas ahora.

Isabel y Blanca Lila, más jóvenes, las han cuidado y procurado todo el bienestar posible, pero es verdad que también tienen que poder vivir su vocación religiosa de oración en otras comunidades. Las echaremos de menos verlas corriendillo por la calle para hacer rápido los recados.

Ellas aceptan con ilusión renovada lo que Dios ha dispuesto para ellas y para la comunidad franciscana. Nosotros también debemos hacerlo, aunque esperamos que el Sr. Arzobispo no se olvide de El Toboso, y que no muy tarde este monasterio vuelva a llenarse con alguna Comunidad que también nos contagie su espiritualidad, y que así el edificio pueda seguir manteniéndose en excelente estado como hasta ahora.

Una parte de nosotros se va, pero siempre tendremos el recuerdo y la enseñanza de “nuestras Monjitas”.

Hermanas, nunca os olvidaremos. Siempre estaréis en la memoria de este pueblo, y en nuestros corazones.

Sr. Arzobispo D. Francisco, muchas gracias por su visita y sus atenciones, y no nos olvide nunca en sus oraciones. Como nos ha indicado: ¡Nosotros confiaremos!»

Y mientras los asistentes aplaudían, la Alcaldesa entregó un recuerdo a cada una de las monjas que han vivido en El Toboso. Después, saludó al Obispo.

Finalmente, D. Francisco accedió al coro del monasterio para saludar, una por una, a las religiosas clarisas. Entre tanto, una de ellas, parafraseando el evangelio de san Juan y al ser la primera vez que el Arzobispo visitaba el convento, dijo lo que Marta a Jesús: «Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto» (cfr. Jn 11,21), a lo que el prelado respondió: «pero yo no soy Jesús». E inmortalizaron este momento con una foto.

Por su parte, todos los fieles, bienhechores y amigos del convento, que habían participado en esta Misa de acción de acción de gracias, acudieron en masa hasta la reja del coro para despedirse de «nuestras Monjitas», como había dictado, minutos antes, la regidora de la Patria de Dulcinea.

Breve recorrido histórico.

Los orígenes del convento de la Inmaculada Concepción y San Benito se remontan hacia 1515, época en la que existió en El Toboso, junto a la antigua ermita de San Benito, una casa de beatas o ermitorio donde vivieron primeramente tres religiosas que vestían de pardo, eran de la Orden de San Francisco y profesaban los tres votos sustanciales de pobreza, obediencia y castidad. Tenían dada su obediencia al P. Guardián de S. Francisco de Belmonte y vivían bajo su regla y sujeción. Más tarde, en el año 1546, fue convertido y fundado como “cenobio franciscano” por Don Antón Martínez, clérigo natural de esta Villa. Por esta época también se le denominaba como “convento de La Sentencia”

En las Relaciones de Felipe II, del año 1575, ya se menciona este lugar como monasterio de beatas, sujeto a la Orden de San Francisco, llamado de La Sentencia, dedicado a la Concepción de Nuestra Señora. En este año cuenta con 13 religiosas y son obedientes al prior del Monasterio de Uclés.

A partir de 1589 es considerado como convento pues contaba 20 o 30 religiosas. Y en el año 1604 en este convento de la Concepción aumentó el número a 32 monjas, las cuales profesaron solemnemente la Regla Tercera Regular de San Francisco. En 1635 el Papa León X aprobó las Constituciones.

La primitiva iglesia del convento se levantó hacia el 1670; era pequeña, sin particularidad ninguna. Artísticamente, el antiguo edificio, que sufrió las consecuencias de las desamortizaciones y la odisea de la contienda civil española de principios del siglo XX, fue siempre un convento pobre del que apenas nos han quedado vestigios importantes.

En julio de 1936 las monjas fueron expulsadas del convento y el edificio, infamemente expoliado, quedó en estado de ruina total. Terminada la guerra, las religiosas regresaron a El Toboso en 1941, después de haber pasado por Madrid y Alcalá de los Gazules (Cádiz) durante los años que duró la contienda civil. Instaladas de nuevo, en medio de aquellas ruinas, comenzaron la reconstrucción de la comunidad.

«Habiendo desaparecido del convento incluso la Regla y Constituciones que en su tiempo había redactado la misma comunidad y que estaban debidamente aprobadas por el Papa León X, en el año 1635, y ante el gran beneficio recibido de Dios nuestro Señor de habernos devuelto al convento sanas y salvas a toda la comunidad, se pensó en dar un paso hacia adelante en el camino del sacrificio y austeridad abrazando la Primera Regla de Santa Clara […] Así, la comunidad elevó a la Sagrada Congregación de Religiosos de Roma la necesaria solicitud para efectuar el paso de la Tercera Orden Regular a la Segunda Orden de Santa Clara. Obtenido este, el 2 de julio de 1943, festividad del Sagrado Corazón de Jesús, fecha de grato e inolvidable recuerdo, la comunidad sintió una de las mayores satisfacciones de su historia al hacer y pronunciar la solemne Profesión de la Primera Regla de Santa Clara, ante el presbítero y Licenciado Don José María Sanchez-Esquinas, capellán de la Armada. Actuaron como padrinos en tan feliz acontecimiento los piadosos esposos Don Antonio Ludeña y Doña Joaquina Yébenes».

El 25 de marzo del año 1958, la comunidad vuelve a elevar a la Santa Sede un Oficio suplicando el necesario permiso para que este monasterio de El toboso sea admitido como miembro de la Federación de Religiosas Clarisas de la Provincia Castellana de San Gregorio Magno. «Y el día 3 de septiembre de 1958, nos comunica la Reverenda Madre Guadalupe Epelde, Presidenta, que ya estamos insertadas en la Federación».

Después de todos estos acontecimientos, fue igualmente necesario emprender una gran reforma de todo el edificio. Las obras de reconstrucción comenzaron en 1969 y concluyeron el 13 de enero de 1976. «Para este día, la comunidad invitó al Señor Cardenal Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Marcelo González Martín para que viniera a bendecir el Convento, la Iglesia, que necesitó obras de reedificación desde sus cimientos, y consagrar el nuevo Altar», que están tal y como lo vemos actualmente.

En los últimos años de vida del convento, dada la escasez de nuevas vocaciones, las Clarisas de El Toboso se han visto obligadas a estar afiliadas a otras fraternidades de la misma Orden. Pero desde finales del año 2022, canónicamente pertenecen a la comunidad de clarisas de Santa Ana de Badajoz, monasterio que se ha hecho cargo del convento toboseño y a donde irán, a partir del 30 de noviembre, algunas hermanas de la actual comunidad que cierra.

FOTOS:

© InfoParroquia EL TOBOSO, 2024

001.- La comunidad de clarisas de El Toboso junto al Arzobispo, Mons. Francisco Cerro, y el vicario episcopal para La Mancha, D. Luis Lucendo.

002.- Diversos momentos de la Misa de acción de gracias en la iglesia conventual de las Clarisas de El Toboso.

003.- La comunidad de hermanas y la Madre María Teresa Domínguez, de la comunidad de “Santa Ana” de Badajoz, quien ha ejercido de abadesa durante estos años.

004.- Algunas intervenciones al finalizar la Misa.

005.- Momentos finales de la Eucaristía del pasado domingo, 17 de noviembre de 2024.

006.- Vidrieras e imagen de Cristo crucificado. Iglesia conventual de las Clarisas.