«La oración por los difuntos»
La
Parroquia de El Toboso celebra estos días varias misas en el Cementerio
Municipal con motivo de la Festividad de Todos los Santos y el día de la Conmemoración
de Todos los Fieles Difuntos.
EL TOBOSO / 2 NOV ■ InfoParroquia.- La
Parroquia San Antonio Abad de El Toboso celebró ayer, domingo 1 de noviembre,
la Festividad de Todos los Santos, mediante la celebración de la Eucaristía en
la Iglesia Parroquial.
HORARIOS
Y CELEBRACIONES
Domingo,
1 de Noviembre.- Festividad de Todos los Santos
09:30h.- Misa en el Monasterio de Trinitarias
10:00h.- Misa en el Convento de Clarisas
12:00h.- Misa solemne en la Iglesia Parroquial
17:00h.- Misa en el Cementerio Municipal de El Toboso
Lunes,
2 de Noviembre.- Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos
08:30h.- Misa en el Monasterio de Trinitarias
09:00h.- Misa en el Convento de Clarisas
17:00h.- Misa en el Cementerio Municipal de El Toboso
LA ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS
La experiencia de la muerte de los amigos
y familiares provoca siempre dolor y sufrimiento. A cada persona, la pérdida de
un ser querido le trae a la mente los días pasados en su compañía, los
sufrimientos compartidos, el cariño recibido y las alegrías vividas en común.
Por ello, no deberíamos avergonzarnos nunca del dolor y de las lágrimas
derramadas por nuestros difuntos. Son la mejor demostración del amor que les
profesábamos y de la gratitud que les debemos.
Los grandes santos, como nosotros,
experimentaron también el desgarro interior ante la muerte de los suyos. San
Agustín nos dejó testimonio escrito del hondo dolor que le produjo la muerte de
su querida madre. Dice el Santo: “Mientras le cerraba sus ojos, una inmensa
tristeza se espesaba en mi corazón y se transformaba en un río de lágrimas.
Pero, ¿qué era lo que me dolía tan intensamente, sino la reciente herida
abierta por la ruptura repentina de nuestra convivencia diaria, tan agradable y
tan querida?”.
Este testimonio de San Agustín nos ayuda a
comprender que el profundo dolor por la separación de nuestros seres queridos
nos afecta a todos. Ahora bien, tanto el Santo de Hipona como todos los
cristianos, en virtud de nuestra fe en el Resucitado, podemos experimentar
también la gran esperanza que se abre al ser humano con la muerte. En la vida y
en la muerte, quienes creemos en Jesucristo, confiamos en el cumplimiento de
aquellas palabras suyas: “El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá, y todo
el que vive y cree en mí, no morirá para siempre”.
La Iglesia, acogiendo con fe la Palabra de
Dios y meditando en la victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte en
virtud de su resurrección, además de profesar en el Credo su profunda
convicción en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro, no
cesa de pedir a Dios, en la celebración de la Eucaristía y en otras oraciones
litúrgicas, que se acuerde de su hijos, muertos con la esperanza de la
resurrección, y que los lleve a contemplar la luz de su rostro por toda la
eternidad.
Pero, además de estas oraciones diarias
por los difuntos, la Iglesia, a partir del siglo XI, estableció la
conmemoración de todos los fieles difuntos, el día 2 de noviembre. Con esta
celebración, la Iglesia no sólo pretende expresar la profunda comunión existente
entre los fieles difuntos y los que aún quedamos en este mundo, sino que anima
a todos sus hijos a orar al Padre celestial por el descanso eterno de quienes
nos han precedido en la fe. La participación en la vida de Cristo, celebrada el
día del bautismo, tiene que llegar a su plenitud después de la muerte. Esta
convicción, rechazada por quienes se apoyan únicamente en las demostraciones
científicas, tiene pleno sentido para quienes confesamos nuestra fe en
Jesucristo resucitado.
Con la confianza en nuestra propia
resurrección, cuando el Señor quiera llamarnos a su presencia, oremos
confiadamente por nuestros familiares y amigos difuntos. Pidamos especialmente
por quienes mueren a causa del odio y de la violencia, o no tienen a nadie que
ore por ellos. Que el Señor les conceda a todos el descanso eterno y los reciba
en la región de la luz y de la paz, para que puedan contemplar cara a cara
a su Salvador.
FOTO:
©
Pepeltoboso, 2011
001.-
Puerta principal de acceso al cementerio de El Toboso
TEXTO
DE LA REFLEXIÓN:
© Mons. Atilano Rodríguez, obispo de
Sigüenza-Guadalajara